My feet won't touch the ground

Desde hace unos días no tengo el chichi pa' farolillos. En ningún sentido. Ni personal ni nada.

Han pasado unas cuantas cosas que me han dejado no tocado, pero sí un poco torcido. Lo que quiere decir que, seguramente, toca uno de esos pequeños momentos de catarsis de los que sales reforzado y con algún amigo/conocido menos.

Lo malo de querer contarlo por aquí es que este blog lo leen personas que, imagino, acabarán notando ese cambio. Y no puedo poner nombres y apellidos a algunas de las cosas que me han hecho sentir mal. Además, algunas o son tonterías o son cosas que he percibido y que no tienen por qué ser lo que yo creo que ha pasado, pero eso no quita que ahora me ande con pies de plomo.

Amigos que reaparecen como si no hubiera pasado nada; amigos que te dicen un par de cosas que te hacen pensar si realmente te consideran un amigo; conocidos que no dicen más que tonterías y a los que borras de la lista (de las listas, que hoy por hoy todos tenemos varias listas de amigos) para no leer según qué chorradas; amigos a los que confías una parte de ti y no la valoran en absoluto, y te hacen plantearte otra vez el eterno ¿por qué siempre acabo rodeado del mismo tipo de persona?

Hace unos días me di cuenta de que esa teoría de que tu personalidad atrae a cierto tipo de personas no puede ser más cierta. He tenido una pareja que era así, he tenido amigos que han sido así y sigo conociendo gente así. Y lo peor es que esa gente que conozco, que es así, me sigue atrayendo igual que el primer día. Aunque por suerte he aprendido a pintar la línea y decir "de ahí no pasas".

Total, que aquí estoy yo. Que no es que no me atreva a decir las cosas a la cara, es que hay cosas que es mejor no decirlas y otras que seguramente no vienen a cuento. Que a veces preguntas un "¿te pasa algo conmigo?" y acabas abriendo la caja de los truenos y ahora mismo no me apetece tormenta.

Y, para más INRI, mi sexto sentido. Es alucinante. Yo mismo me asombro. Ya os he hablado de él, pero es que empieza a darme miedo.
Un día me levanto y pienso "¿cuánto hace que no hablo con él?" y me responde "¡qué más da!" y voy haciendo. Pero lo noto. Lo presiento.
Al día siguiente sigo sintiendo que está ahí. No es que me pare a pensar en él. Ni siquiera me da por recordar. Pero sé que está ahí.
Hoy me pongo a cenar y toca capítulo de Sexo en Nueva York. El MARAVILLOSO final de la segunda temporada, en la que Carrie se da cuenta de que en el mundo hay chicas mediocres y chicas Katie. En el que Carrie intenta ser amiga de Big, que ahora está con una francesa casi adolescente, y que ha conseguido sacar de él lo mejor que ella jamás consiguió. En el que Carrie se lamenta de haber domado a Big durante dos años para que sea otra la que se lleve lo que le corresponde.
Y le digo a Darío: "Joder tía, qué identificado me siento con ella en este momento" y él me mira y me dice "Ya"

Y ¡TACHÁN! Lo que presentía, ocurre. Por suerte yo estaba escondido en el MSN y ni me ha visto ni me ha pedido que me conecte vía SMS. Pero manda huevos que jamás se conecte y hoy, tras dos días de ese puto presentimiento, aparezca ahí, desafiante. Como diciendo "¡háblame!".

Pero chica ¿PA' QUÉ?

Así que me he ido al salón y me he puesto "La Madre Muerta", de Juanma Bajo Ulloa. Y dejando a un lado el hecho de que la película me ha encantado (fíjate tú que no la había visto), quiero destacar el hecho de que NO ENTIENDO por qué Karra Elejalde me ha puesto tan cachondo.

Debe ser algo que me ocurre, señal de que ya toca que se acerque la primavera, porque esta tarde viendo "Agora" no podía dejar de desear que algunos parabolianos (Davo, el esclavo SOBRETODO) vinieran a obligarme a rezar unos cuantos padres nuestros.

Y es que sí, señores. Me gusta el cine español. Y ayer me tragué la gala de los Goya, que hacía tiempo que no hacían una gala tan bien hecha. Y defiendo el cine español igual que defiendo el cine americano, el francés, el italiano y el argentino. El asiático no porque no puedo con él, pero ahí lo dejo, pa' quien le guste.
Y creo que este año las nominadas (al menos las que he visto) son maravillosas y demuestran (¡cómo si a estas alturas hiciera falta demostrarlo!) que se puede hacer buen cine en este país.
Eso y que los prejuicios son muuuuy malos. Y la incultura y la ignorancia ni te cuento.

Pero siempre está el imbécil que se pone a rajar de cine español sin haberlo visto. Que se te pone a hablar del ombliguismo y el sectarismo de los cineastas españoles sin darse cuenta de que precisamente él está haciendo lo mismo creyendo que su opinión, sin fundamento alguno, es como para tenerla en cuenta.
El mismo imbécil que el año que están nominadas sendos peliculones como Celda 211, Agora o El Secreto de sus Ojos te suelta que "en el cine español no hay talento".

¡Pues menos mal! Que si lo hubiera miedo me daba.

Toma ya, qué repaso de temas que os he hecho.

No hay comentarios: