El arte de la seducción



La seducción ha muerto.

Eso, claro está, si es que alguna vez estuvo viva. Los gays no seducimos. No nos seducen. Follamos o no follamos. Nos comemos las bocas a la primera de cambio, casi sin mirarnos, o ni siquiera nos miramos.

No vamos a los bares de los hoteles y un atractivo desconocido nos invita a otra ronda de lo que estemos tomando para luego venir a saludar y preguntarnos si estamos allí por negocio o por placer. Ni siquiera pasa en el hotel Axel (por si alguno de vosotros iba a esgrimir como excusa que un hombre no se lanzaría a por otro de esa forma, no sea que el pretendido resulte ser heterosexual).

No nos invitan a una copa en una discoteca y nos divierten con algunos ingeniosos comentarios para luego bailar de forma sensual sin apartar la mirada el uno del otro. No. Para cuando las dos piernas se han rozado uno ya tiene la mano en el culo del otro y la lengua en su tráquea (si no están, directamente, en el cuarto oscuro).

No te mandan un mail misterioso diciéndote el tiempo que llevan siguiéndote por internet y las ganas que tienen de invitarte a cenar, manteniendo el misterio hasta las últimas consecuencias. Te mandan un mensaje por el GayRomeo que dice "tengo ganas de polla".

No sé si es un problema de nuestro tiempo o de nuestro sexo, pero el caso es que nadie seduce a nadie. Y yo, que soy de los que sólo entran en el juego cuando se juega a la seducción, ya no sé dónde meterme.
Los únicos que a día de hoy aún tienen intención de seducir al otro (y entiéndase la seducción como un juego, un pequeño tira y afloja que acaba en la más brutal de las pasiones) son los hombres sudamericanos, que lo llevan en la sangre. Lo malo es que la mayoría confunden lo de ser y parecer y en vez de parecer Catherine Trammell, lo son: sin bragas y con el pelo cardado.

Luego están los que te seducen sin querer. Sin querer reconocer que te están seduciendo, claro. Porque nadie seduce a nadie sin intención, y sin intención no hay seducción.
Hay hombres que prefieren no hablar, hay hombres que no entienden.

Y los que creen que la seducción reside en su tarjeta de compra de El Corte Inglés.
Hay hombres que te compran, hay hombres que se venden.

Al final te tienes que conformar con la inconformidad, resignarte a soñar con ese encuentro fortuito en un Starbucks (en el que un apuesto moreno de metro noventa se ofrece a invitarte al Frapuccino de Vainilla); ese tropiezo casual en las escaleras de Arena (cuando el rubio de ojos azules se te queda mirando y te sonríe, prometiéndote una copa como compensación -copa que llegará al final de la noche, cuando ya no la esperas-).
Con ese ejecutivo que entrecruza miradas contigo en el vagón de metro y se acerca a ti, que esperas junto a la puerta, para bajarse en una parada que en realidad no es la suya; pero no podía arriesgarse y perder la oportunidad de engatusarte si te apeabas tú primero.

Estamos condenados a un mundo de mensajes privados, chats absurdos y palabras fuera de contexto; de polvos sin nombre y mentes frías que tal y como acaban piden un taxi (o un espidifen para la resaca) y desaparecen. De saludos por el GrindR, Woofs en el Bear, caritas sonrientes y faltas de ortografía.

Nadie parece dispuesto a perder el tiempo para ganar un premio que, en realidad, es demasiado fácil de conseguir. Lo hemos hecho así.

Lo malo es que ése no es el premio que algunos queremos ganar. ¿Y cómo conquistas una victoria en un campo de batalla en el que nadie tiene intención de pelear?

¿Cómo te follas una mente, si es que no la hay; y, cuando la hay, no se deja follar?

No hay arte en la seducción. Porque no hay seducción.

Alguien en su extrema sabiduría nos dio cinco sentidos para ver, oler, saborear, oír y, finalmente, tocar.
Luego vinimos los gays y nos pasamos cuatro de esos sentidos por el forro y vamos, directamente, a tocar.

Porque tenemos las manos muy largas y las noches muy cortas.

7 comentarios:

Kiko Cuadrado dijo...

Chico ya era hora de que volvieses a estos posts que te hacen tan grande C.O.N.N.I.O.

DoN dijo...

Somos como perros: nos acercamos, nos olisqueamos y si nos molamos fornicamos.

Acker dijo...

No se haga Vd la estrecha, jeje

Sergio dijo...

existe otro sexo,
al otro lado del espejo.

Anónimo dijo...

Terriblemente duro y totalmente verdadero. Que mundo! Aunque tiro del refranero (que es muy sabio) y siempre hay un roto para un descosido... never give up!!!

Kitty-Wu dijo...

Éste no lo había leído. Muy grande Yorch, y desgraciadamente, muy cierto. Y en el otro lado, cada vez más también.

Yo no renuncio. Resistamos.

Alex Pler dijo...

No lo había leído. Tu mejor entrada, chico. Ni Adele pone tanta verdad en cada palabra.