El trabajo dignifica

O eso dicen.

"Oye Hidro" dice mi jefe "Bájate a la calle a jugar un rato". Y allí que voy yo, con mis mandos inalámbricos y mi uniforme de trabajo a la puta calle.
A pasar frío y a ver si algún chavalín se ponía a jugar y así levantábamos el negocio.

Total que ahí estoy yo, dale que te pego, mirando para arriba. Dos infantes salen de la tienda y yo les acerco los mandos para que miran hacia la primera planta y jueguen en la pantalla gigante.

Y entonces, un grito.

Ay, esa voz me suena.

Miro hacia la entrada del edificio Godó. Una mujer muy alta y muy delgada va hablando con una persona pequeña y otro con un gorro.

Vuelvo a mirar a la pantalla.

Espera un momento. Eso no era una mujer. Era ¿Mario Vaquerizo? Naaaaaah... Y ese del gorro... ¡Nacho Canut! ¡¡Y la pequeña sonriente es ALASKA!!

Y ahí que me tenéis. Mirándoles embobado, pasando olímpicamente de los niños, analizando los pocos segundos que el destino me brindaba para decirles algo, acercarles un papel y que me firmaran un autógrafo, decirles que el cd de Labuat me había enganchado más, que La Pequeña Edad de Hielo es la mejor canción que se ha hecho esta semana...

Y entonces me doy cuenta de que llevo la ropa del trabajo. Y no. Lo siento pero no. El día que Hidroboy, Fangoria y Mario Vaquerizo se unan en el universo, Hidroboy irá bien vestido.

Así que les dejé pasar. Sonriendo, como un imbécil. Ellos, por supuesto, se han dado cuenta. Pero haciendo honor a lo que sea que han hecho honor y les caracteriza, me han ignorado vilmente.

Gracias, Alaska. Si en ese momento vienes a decirme algo, como por ejemplo "Oye, tú y yo tenemos a Pedro Marín como amigo común en Facebook" o "Me encanta ser lo más escuchado en tu Last.FM esta semana" me habrías puesto en un gran apuro.