Las 7 diferencias

Llevo tiempo pensando en irme a vivir a Madrid. No lo descarto, tal vez me vaya dentro de unos años a pasar allí una temporada, aunque sólo sea para poder empaparme bien de la ciudad y poder considerarme un madrileño de pro.

No tiene nada que ver el hecho de que me propongan más sexo desde Madrid que desde aquí mismo, que yo ya sabéis que lo que me tira es la cultura ¿eh? ¡Que yo fui al Fórum!

Anyway, dos de los motivos que me llevan a plantearme esa idea son: Chueca y la gente. Cuando digo gente me refiero a la gente que conozco de allí: una piña de amigos fantásticos que están siempre en contacto, quedando cada dos por tres, que comparten gustos y dramas y que se lo pasan genial.
El tema Chueca no es por pose, no es por ser gay y vivir en Chueca, sino porque salir de marcha por allí es radicalmente diferente a hacerlo por Barcelona.

Mi drama en Barcelona es que no consigo que esas dos vertientes de la vida (los amigos fantásticos y el salir de marcha) se fusionen. Y así pasa que el jueves tienes una cena con Tidusin, Lleonard Pler y Abuga (entre otras muchas personalidades) para celebrar el cumpleaños del primero y pasas una velada fantástica charlando sobre música, cine, Whitney, Madonna... llorando de la risa unas cuantas veces... y mola porque es como cuando vas a Elche y tienes esa conversación de "ES LA MEJOR XXXXX EVER"

Y el viernes sales de fiesta con tu compañero de piso y unos amigos y acabas en el Antro sin querer gastarte demasiado dinero en cubatas sabiendo que te arriesgas a ser consciente de la mierda de música que están poniendo y, por ende, acabar amargado porque pasar de "Put your hands up for Detroit" a "Verano Azul" a "Loca" de Malena Gracia pues NO.
Hostia puta, será que no hay canciones en el mundo (y remixes de esas canciones ¡joder!) que pueden hacer que la gente se lo pase bien sin insultar a su inteligencia.
Por suerte (o por desgracia) ayer me encontré a todo el mundo en Arena. Estabas tú, y tú y creo que a ti te vi pero te ignoré vilmente.

Acabé en la esquina en la que hay cobertura mandando mensajes a un hetero que no tiene mi teléfono haciéndome pasar por una churri que quería quedar con él para hacerle un masaje con final feliz. Pero el chico no parecía estar muy por la labor y la broma fue bastante rollazo. Con razón lleva el tiempo que lleva sin mojar.

Y esta noche, sábado, toca cena en casa de J, que es su cumpleaños; y nos reencontraremos los locos de siempre a reírnos de cualquier tontería y again acabaré llorando de la risa. No sabía que comprarle (bueno, sí que lo sabía, pero no estoy para gastarme los 70 euros del SingStar para PS3) así que le he comprado mi peli favorita EVER en Blu-ray: "La boda de mi mejor amigo". Y si no le gusta, que le den por culo.

Y si lees esto (que lo dudo) y no la quieres dímelo pronto que así la cambio antes de ir a tu casa, maricón.

Y el domingo pues eso, te paras y piensas: ¿Por qué no puedo juntar a los amigos que me hacen llorar de la risa, que hablan de Whitney, que llevan camisetas de Calvin Harris y se hacen regalos guays con el salir de marcha?

Porque yo a mi compañero de piso me lo quiero mucho lo respeto mucho, pero ambos tenemos claro que conversar lo que es conversar... pues poco.

Es hora de quitarse la pereza, hacerse algo de comer, hacer de chacha un rato y a lo mejor ver una peli antes de pillar el tren.

Cuando luego me queje de que mi vida es aburrida y no tengo nada que hacer y nunca salgo y bla bla bla, tenéis plena libertad para azotarme.