Rasca y pica

Este es uno de esos episodios de mi vida que, en el fondo, me dan vergüenza. Por suerte no ha sido algo que haya hecho yo ni que haya provocado yo, así que la vergüenza es, en realidad, ajena.

Ajena sí, pero me ha afectado a mí.

No me voy a extender, porque llevo 2 días con la misma historia y ya estoy hasta el moño de contársela a todo el mundo.

Ayer por la noche vino Estela a cenar a casa y fue una maravilla, poder estar sentados tranquilamente en el salón, tranquilos, escuchando música y disfrutando del fresco que venía de Montjuic sin gente molestando y a nuestro aire fue una gozada.

Lo que no fue una gozada fue descubrir que las picaduras de mis pies no eran de mosquitos, sino de chinches que habían decidido invadir el sofá.

Eso provocó un cisma en la convivencia porque uno se empeña en que no hace falta comprar un sofá nuevo y el otro se empeña en que te van a dar por culo y yo compro lo que me da la gana aunque tú no quieres y el otro se empeña en que HAY QUE COMPRAR UN SOFÁ. Y sanseacabó.

Ayer me fui a dormir de muy mala leche porque en 3 horas se me jodió todo el buen rollo de la cena con Estela.
La discusión por las proridades del piso y la convivencia, se me cayó una de las estanterías que colgué el otro día porque un tornillo cedió (al peso de la nada más absoluta) y además un chico al que estaba conociendo desde hace días vía internet y que estaba pasando un mal momento desapareció de la faz de la tierra; y aunque sabía poco de él le había cogido cierto cariño y me supo mal verle desaparecer así. Espero que reaparezca cuando esté mejor...

Anyway, me fui a dormir de mala leche y hoy al levantarme la tensión estaba en el aire. Así que no han pasado ni 15 minutos desde que he salido de la cama para acabar pegando unos buenos gritos. Porque a veces intentas hacerte explicar y la otra persona no es que no te escuche, es que se obsesiona con lo suyo y lo siguiente es un grito y lo siguiente es una hostia bien dada. Pero ahí ya sí que no llego.

Después de ese momento de tensión, el otro compañero de piso y yo hemos decidido que la situación chinches se acababa hoy mismo y hemos ido a IKEA (acompañados, eso sí, por uno de los hombres más atractivos -y más heteros- que he conocido EVER) y hemos comprado un sofá. Una lámpara y unas cortinas también. Pero, sobretodo, el sofá.

Y a la hora de traerla ha sido la risa porque no nos cabía en el coche, los transportistas piratas nos han tomado por tontos y como tampoco está tan lejos hemos decidido robar un carro y empujarlo hasta casa. Lo único bueno de esa idea ha sido ver al tío este que os digo empujando el carro, con el pantalón medio caído y marcando el culo más bonito EVER.

Luego en casa pues nada, todo montadito, bien limpio, un salón la mar de chulo que está quedando (y lo que falta) y al reunirnos ya todos en casa pues mucho buen rollo y, sobretodo, una disculpa por parte de quien tocaba.

Y hoy no sólo me voy a dormir de buen rollo, sino que además me han regalado unas bambas Nike la mar de chulas porque sólo me cabían a mí.

Y tocotó.

2 comentarios:

Diego R. L. dijo...

Bien esta lo que bien acaba no? Y lo de las chinches tiene tela eee!!jajajajaja!!!!

Rafa Delgado dijo...

Jo, qué ganas de emanciparme xD.