Lecciones de geografía y antropología

Querida Madonna:

Tu último disco apesta. Sí, de verdad. A ti el hip hop de mercadillo te pega tanto como a mí las lentejuelas plateadas.

Pero no es por eso por lo que te escribo esta carta.

Hoy he tenido un mal día. Más que con el pie izquierdo, me he levantado sin pies y me he caído de morros. Porque hoy tenía un mal humor que no veas.
No sólo he tenido que ir a trabajar emparanoiado por si tengo una costilla rota, sino que además al llegar me han hecho una broma que no me ha hecho ni puñetera gracia.
Pero es que, para más INRI, hoy volvía de las vacaciones Uri-Geller; y sabes que yo no soy de odiar, porque yo no odio. Pero Uri-Geller me ha decepcionado mucho y cuando una persona nos decepciona, como a ti Guy, nada vuelve a ser lo mismo y el amor (o la amistad) es irrecuperable.

El caso, Madonna, es que esta noche quería hacer mil cosas para entretenerme y aprovechar el tiempo. Pero al final no he hecho nada salvo matar el rato por Facebook y escuchar música.

Entonces me ha llamado mi ex. Sí, LCG. Sé lo que opinas de él, pero yo no puedo borrar a la gente así de mi vida, como tú hiciste con Antonio ¿sabes? Yo necesito asegurarme de que la gente a mi alrededor está bien y sobretodo la gente a la que le tengo cariño.

Porque como tú misma dijiste, nothing really matters love is all we need. Y estaba yo escuchando el Ray Of Light y he pensado que ya va siendo hora de que quedemos con Mirwais y con William, y de paso a ver si Stuart se anima y nos montamos un cd cuqui para celebrar que ya no eres negra. Cuando vengas en Julio si eso lo hablamos.

A lo que iba tía, que me hago más pesado que Shanti/Ashtangi. Que estaba escuchando Nothing Really Matters y me he acordado de lo muchísimo que me gustaba esta canción cuando era joven. Así que he ido a la wikipedia a ver quién la había producido y he visto que fue cosa de William y de Marius De Vries. Que yo no sé tú, pero desde que Marius colaboró en la banda sonora de Moulin Rouge no hay quien le mire a la cara. Bueno, ni a él ni a Craig Armstrong, que él si que está Frozen.

Pues he leído que el videoclip de Nothing Really Matters (que luego Marta Sánchez te lo plagió para su Desconocida) lo rodaste así en plan geisha después de leer Memorias de una Ídem de Arthur Golden. Y que tu intención era que, cuando se hiciera le película, tú interpretaras a Hatsumomo. Un poco como lo que hiciste con Take a Bow, que fue tu forma de meter un torero y venderte para hacer de Evita Perón.

Pero tía, hay una cosa que no sé si sabes. Ahora puede que sí, que ya has visto tierras con gente de otros colores (¡si hasta te has comprado un par de niños monísimos!), pero tal vez en esa época no.
Pero Hatsumomo era una Geisha japonesa. Vamos, mas blanca que la leche y con los ojos rasgados.
Y tú blanca eres, pero no sé si te has dado cuenta de que lo único que puede hacerte pasar por asiática es TU COÑO. Y debías saber que el coño de Hatsumomo no iba a salir en pantalla.

Un beso.

Hidroboy

P.D.: Recuerdos de Peibols.